Hubo un tiempo en que mi vida era puro desorden.
Especialmente en la universidad, sentía que estaba completamente perdido, viviendo sin dirección. Si no hubiera sido por el cáncer que enfrenté, sinceramente no sé en qué habría terminado convertido.
El cáncer, como para muchos, me sonaba a sentencia de muerte. Al principio sentí miedo, desesperanza. Pero con el tiempo, algo cambió dentro de mí. Aceptar mi propia mortalidad fue, paradójicamente, lo que me enseñó a mirar la vida con otros ojos.
Desde entonces, todo cobró un nuevo sentido: emprendimiento, negocios, fotografía, viajes… todo lo que estuviera relacionado con vivir el ahora y no dar nada por sentado.
La fotografía siempre estuvo cerca de mí. Desde pequeño, mis padres me llevaron a muchos viajes, y yo soñaba con capturar la foto perfecta. Veía imágenes de fotógrafos profesionales y me preguntaba cómo lograban transmitir tanto en una sola toma.
Esa curiosidad me llevó a estudiar fotografía de forma seria. No quería solo tomar fotos bonitas: quería capturar mis propios momentos, mis aventuras, mi vida.
Pero en el camino de construir sueños también llegaron nuevos desafíos.
Al montar mi empresa, Eléctricos Montes, mi vida volvió a llenarse de obligaciones: horarios, pendientes, responsabilidades. Dejé de viajar, dejé de fotografiar.
Sabía que era una etapa necesaria, que más adelante podría delegar, pero mi espíritu pedía volver a vivir con libertad.

Hoy, mirando atrás, me doy cuenta de que esa empresa también está creciendo de manera sólida, y gracias a ese crecimiento, cada vez tengo más herramientas para recuperar mi tiempo, mi energía y mi capacidad de elegir cómo quiero vivir.
En esa búsqueda constante de libertad apareció el trading: una posibilidad de generar ingresos mientras viajaba, de construir un futuro donde mis fotos y mis aventuras no dependieran de estar atado a un solo lugar.
Aunque todavía no soy 100% libre financieramente, estoy mucho más cerca de lograrlo.
Ya pasé por muchos bajonazos en el trading, pero también he aprendido a levantarme.
Y cada paso que doy, tanto en mis negocios como en los mercados, me acerca más a mi verdadero propósito: vivir fiel a mis pensamientos, a mis sueños, a esa necesidad profunda de viajar, capturar momentos y dejar una huella en el mundo.
Esta es apenas una parte de mi historia.
Te invito a seguir acompañándome en este viaje, porque al final, vivir con propósito no es alcanzar un destino perfecto:
Es caminar cada día siendo fiel a quien realmente eres.